Nos gusta pensar que cada uno de nosotros somos responsables de dejar una huella positiva en el planeta para que nuestras futuras generaciones puedan vivir en un mundo más saludable y feliz. Por eso, nuestra casa es un reflejo del turismo que queremos y del viajero al que nos gustaría acoger.
Un viajero consciente y disfrutón. Que disfruta del contacto con la naturaleza, que es respetuoso con el medio ambiente y aprecia la paz en los senderos. Que disfruta de los encuentros y las charlas con nuestros vecinos, que aprecia la sabiduría de las abuelas, de los que transmiten antiguos oficios o la tradición y la cultura presente en las sinuosas calles de pasado morisco de nuestro pueblo. Un viajero que disfruta de las cosas sencillas, del lujo de poder disfrutar de una buena copa de vino, del oro líquido y las aceitunas de nuestros olivos centenarios, de los productos artesanos y tradicionales como los quesos, la miel, los pucheros o las tapas de pueblo. Por eso promovemos las experiencias sostenibles en contacto con la población local y cuyos beneficios del turismo revierten en la economía rural.
En nuestra casa aprovechamos la energía del sol para producir nuestra electricidad 100% con energía solar y fomentamos medidas que promuevan el ahorro energético como: la utilización de iluminación de bajo consumo, el aislamiento térmico, el uso de electrodomésticos energéticamente eficientes y la ausencia de AC. Además, seleccionamos en lo posible, productos con envases fabricados con materiales reciclados, biodegradables y retornables. Ponemos a disposición de nuestros huéspedes cubos para la separación de la basura e información práctica sobre el reciclaje y la ubicación de los contenedores y puntos limpios más cercanos.